Trastorno del Espectro Autista (TEA): pautas para una detección precoz 

¿Qué es el TEA y qué características tiene?

El trastorno del espectro autista es un trastorno del neurodesarrollo que se caracteriza por los siguientes dos síntomas nucleares:

  1. Dificultades en la comunicación social y en la interacción social
  2. Patrones restrictivos y repetitivos de conducta, actividades e intereses

A continuación, se describe en detalle cada uno de ellos:

Dificultades persistentes en la comunicación social y en la interacción social. 

Déficits en la reciprocidad socioemocional: son niños a los que les resulta muy difícil compartir lo que piensan o sienten con los demás, por lo que suelen entretenerse solos. Utilizan el lenguaje principalmente para solicitar algo o para clasificarlo. En raras ocasiones, comparten cómo se sienten con los demás o para conversar. Se trata por tanto de un lenguaje unidireccional. Asimismo, muestran muchas dificultades a la hora de captar señales sociales complejas, tales como: cuándo unirse a una conversación, no interrumpir, saber qué no decir en ciertos contextos para no ser indiscreto, etc.

Conductas comunicativas no verbales deficitarias: Estas conductas suelen llamar la atención por su extrañeza. Los niños con TEA evitan el contacto ocular cuando se dirigen a su interlocutor, se acercan mucho al hablar, no respetando el espacio personal del otro. Asimismo, tiene una entonación monótona, dando la impresión de un habla “robotizada”.

Déficits en el desarrollo, mantenimiento y comprensión de las relaciones: Son niños que no muestran un interés por los demás. Suelen jugar solos o juegan en paralelo (esto es, juegan en el mismo lugar que el otro, pero sin interaccionar con él). Cuando juegan con los demás, insisten en jugar siguiendo unas reglas muy rígidas y mostrando gran malestar o rabietas cuando los demás no las cumplen.  

Su concepto de amistad no es del todo realista, ya que consideran que un amigo es únicamente alguien que comparte las mismas aficiones o consideran que alguien es su amigo únicamente por saludarle. Les resulta muy difícil poder diferenciar qué conducta es apropiada en un contexto más formal frente a uno más informal. Les cuesta mucho entender el doble sentido (chistes, ironía, sarcasmo, refranes, etc.), siendo muy literales.

Patrones de comportamientos, actividades o intereses restringidos y repetitivos.

Movimientos y uso del habla/objetos estereotipado o repetitivo: algunos niños con TEA presentan aleteo y balanceo (especialmente cuando sienten emociones intensas, ya sea ilusión, rabia, angustia, etc.).  Por otro lado, realizan movimientos repetitivos con sus juguetes preferidos, tales como: girar una y otra vez las ruedas de su coche de juguete mientras las observa, alinear sus juguetes para después tirarlos y volver a alinearlos de nuevo. En lo que al habla respecta, pueden presentar ecolalias (repite frases que acaba de pronunciar él mismo o su interlocutor) y pueden usar el pronombre “tú” en lugar de “yo” para referirse a sí mismo.

Insistencia en tener siempre la misma rutina: suelen manifestar mucha angustia por los cambios, por pequeño que éstos sean. Así, cambiar de fiambrera para su bocadillo o comprar en una panadería que no es la habitual puede conllevar un malestar extremo que desencadene rabietas.

Patrones ritualizados de conducta verbal y no verbal: pueden plantear siempre la misma pregunta de forma repetida, caminar siempre por el mismo lado de la calle, etc.

Intereses restringidos y fijos: muestran un interés inusual o excesivo acerca determinados objetos o temas. De este modo, pueden aprenderse todos los nombres de las estaciones de metro, conocer todas las capitales y países del mundo. Es común que desarrollen un fuerte apego por objetos inusuales, tales como: cupones de descuento, tarjetas de visita u otros objetos (se trata elementos distintos a los típicos “tesoros” de la infancia, entre ellos: los cromos, canicas, pegatinas, piedras, etc.)

Hiperreactividad o hiporreactividad a estímulos sensoriales: pueden presentar una aversión extrema ante un determinado olor o textura de ciertos alimentos, llegando incluso a provocarles arcadas o vómitos. Los momentos de las comidas pueden convertirse en momentos muy complicados para estos niños y sus padres. 

Muchas veces les resulta insoportable el roce de ciertos tejidos (el cosido interior de los calcetines y suelen mostrar una fascinación inusual por objetos que giran (una peonza, una lavadora). Por otro lado, son niños que pueden mostrar una aparente indiferencia ante el calor o frío. Así, un niño con TEA puede esta acalorado y sentirse agobiado por ello, pero al no ser capaz de procesar adecuadamente esta información sensorial, seguirá con el abrigo puesto.  También puede parecer indiferente al dolor. 

¿Qué tipología de TEA existen?

En los manuales diagnósticos actuales (DSM-5), ya no se distingue entre distintas tipologías de TEA, cómo se hacía anteriormente. Así desaparecen los conceptos de trastorno autista y trastorno de Asperger. En lugar de ello, se utiliza el término “espectro” para establecer un continuo en el que se posicionará al niño en función de la intensidad, amplitud y gravedad de sus síntomas.

¿Qué niveles de gravedad existen en el trastorno del espectro autista?

Se distinguen tres niveles de gravedad:

  • Grado 3:  el niño necesita ayuda muy notable y, por tanto, no podrán llevar una vida autónoma e independiente. Son niños que poseen un vocabulario muy reducido, siendo la mayoría de sus palabras ininteligibles. Muestran una inflexibilidad extrema en su comportamiento que interfiere en su funcionamiento cotidiano. Sólo se comunicarán de forma directa con las personas más cercanas.
  • Grado 2:  el niño necesita ayuda notable. Esto es, con los apoyos necesarios, es capaz de realizar tareas de la vida cotidiana (hacer la compra, lavar la ropa, cocinar, etc.). Presenta problemas sociales, incluso en presencia de alguien que les esté brindando apoyo. Inicia interacciones sociales de forma muy limitada, p.ej. sólo interactuará cuando exista un interés especial concreto. Asimismo, posee un lenguaje limitado y conductas repetitivas, tales como estereotipias motoras y manierismos. Manifiesta mucha ansiedad ante los cambios, lo que interfiere con su funcionamiento escolar, social y familiar. Sus conductas extrañas resultan evidentes para el observador.
  • Grado 1: indica que el niño necesita ayuda. Son niños con un desarrollo normal del lenguaje y cognitivo. A pesar de presentar dificultades para establecer relaciones sociales, será capaz de llevar una vida autónoma (ocasionalmente puede necesitar de algún apoyo).

¿A qué signos se debe estar atento para una detección precoz?

Normalmente, se pueden reconocer los síntomas durante el segundo año de vida (12- 24 meses de edad). No obstante, cuando los síntomas son graves, pueden apreciarse incluso antes del año. A continuación, se enumeran algunas señales de alerta:

  • ausencia de risa social 
  • no alarga sus brazos para que la madre le coja 
  • no muestra juguetes u objetos de su interés a sus padres, no los mira para compartir algo que le haya llamado la atención o le guste
  • no balbucea ni realiza gestos (despedirse con la mano)
  • no presenta juego simbólico. Es decir, el niño no puede imaginar que una escoba sea un caballo o que una rama de un árbol sea una varita mágica. 
  • No presenta conductas de imitación (hacer ver que llaman por teléfono, dar de comer a la muñeca, hacer ver que una caja de cartón es un coche, etc.)
  • no señala con el dedo índice para mostrar algo que le gusta o que le llama la atención
  • cuando alguien señala un objeto para mostrárselo, el niño se queda mirando el dedo, en lugar de dirigir su atención hacia el objeto señalado
  • no reacciona cuando se le llama por su nombre 
  • anda de puntillas
  • no mira a los ojos
  • presenta dificultades para entender cómo se puede estar sintiendo o qué puede estar pensando el otro. Es decir, no es capaz de inferir y predecir las emociones, pensamientos y conductas de los demás. No tienen la capacidad de tener en mente la mente de los otros.

¿Qué se recomienda para ayudar a un niño con TEA?

Es importante resaltar que cada niño con TEA tendrá un perfil único. A pesar de compartir características comunes (como los dos síntomas nucleares expuestos), se trata de un grupo muy heterogéneo. Asimismo, se debe tener en cuenta que, en muchas ocasiones, el TEA puede llevar asociado otros trastornos o condiciones tales como: discapacidad intelectual, trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), trastornos ansiosos y depresivos, altas capacidades, etc.

Ante la sospecha de que un niño pueda tener un trastorno del espectro autista, es crucial acudir a profesionales especialistas (psicólogos, psiquiatras, pediatras, etc.). Éstos realizarán una evaluación mediante pruebas de cribaje y posteriormente, pruebas específicamente diseñadas para la detección del TEA. En caso de diagnóstico, se propondrá un plan de intervención multidisciplinario. 

Recomendaciones en la escuela

  • Será de crucial importancia que todos los profesores conozcan las características del alumno con TEA con el objetivo de poder brindarle el apoyo necesario. 
  • Estos niños necesitan un entorno muy estructurado y organizado. Así, será adecuado emplear un pictograma para anticiparle las distintas actividades escolares.
  • Se debe adaptar el nivel de exigencia académica a las capacidades del niño. Lo habitual es que el equipo psicopedagógico elabore un plan individualizado (PI) 
  • Debido a la hiperreactividad expuesta anteriormente, es posible que el niño se vea desbordados por los estímulos sensoriales que le rodean (el ruido, movimiento, luces). Es necesario ofrecerle la oportunidad de realizar sus exámenes en un espacio más tranquilo.
  • Los niños con TEA tienen una gran capacidad para procesar las imágenes. Por ello se aconseja utilizar ilustraciones, dado que facilitan la comprensión de mensajes.
  • Por ello conviene estructurar las actividades que se realizarán mediante apoyo visuales.
  • Es necesario que el niño pueda contar con un tutor o figura de referencia al que pueda acudir en caso de necesitar ayuda 
  • El patio es un espacio desestructurado, dónde se producen las interacciones sociales. Es crucial que los profesores apoyen al niño durante este espacio, proponiendo juegos estructurados de modo que el niño pueda integrarse entre sus iguales. 
  • Se debe educar a los compañeros de clase en el respeto mutuo y asegurarse de que se pone en práctica. Lamentablemente, sigue siendo frecuente que estos niños sean objetos de burlas o humillaciones por parte de sus compañeros y se debe prevenir e intervenir de inmediato en caso de que esto ocurriera. 

Recomendaciones generales

  • Ayudarle a descifrar los dobles sentidos (ironías, refranes, sarcasmo, etc.)
  • Intentar ampliar sus intereses con el fin de aumentar sus posibilidades de interacción con sus iguales
  • Apoyarle durante las interacciones sociales: enseñarle cuál es la distancia apropiada hacia el interlocutor, señarle cómo respetar los turnos en las conversaciones, ayudarle a identificar señales no verbales de que su interlocutor se aburre o no le escucha, etc.
  • Introducir puntualmente pequeños cambios en su rutina diaria, con el objetivo de aumentar su flexibilidad cognitiva. 
  • Reforzar lo que hace bien y cada pequeño avance logrado, con el objetivo de que gane seguridad en sí mismo

Referencias Bibliográficas

            American Psychiatric Association (2014). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5) (5 ed.). American Psychiatric Publishing.

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