Trastorno por Estrés Postraumático
Contrario a la creencia popular ampliamente difundida , el tiempo no cura todas las heridas. Más aún, las heridas que no se sanan pueden agravarse con el paso del tiempo.
Contrario a la creencia popular ampliamente difundida , el tiempo no cura todas las heridas. Más aún, las heridas que no se sanan pueden agravarse con el paso del tiempo.
El Trastorno por Estrés Postraumático (TEPT) se produce como resultado de haber sido expuesto a una (o más) situaciones altamente estresantes, con un gran impacto emocional y que sobrepasa los mecanismo de afrontamiento que la persona posee en ese momento. Cuando uno se siente sobrepasado por la situación, los recuerdos no se pueden transformar en experiencias o aprendizajes, sino que quedan almacenados en la memoria de forma desadaptativa.
Cuanto menor sea la edad en la que ocurrió el suceso traumático, cuanto más intensa sea esa experiencia y más cercana sea la figura que lo provocó (en caso de tratarse de un trauma relacional), mayor será el trauma.
¿Cuáles son los síntomas característicos del TEPT?
La persona con TEPT padece recuerdos recurrentes e involuntarios sobre el evento traumático. Asimismo, presenta flashbacks que consisten en reexperimentar una y otra vez el suceso traumático. Es decir, las emociones, los pensamientos y las sensaciones físicas, las imágenes o los sonidos del pasado se cuelan en el presente, donde se vuelven a experimentar.
Existen múltiples estímulos o eventos cotidianos que pueden actuar como disparadores de esos flashbacks. En ocasiones, la persona identificará que su malestar ha estado provocado por un estímulo concreto (p.ej. escuchar la canción que sonó cuando sucedió el suceso). Pero en muchas casos se ve invadida por las mismas emociones de miedo, pánico o impotencia que sufrió durante la experiencia traumática, pero no puede identificar qué es lo que lo ha desencadenado. Así, por ejemplo es posible que el olor a alcohol en el aliento de alguien evoque el recuerdo de una agresión sexual o que un atributo de una persona recuerde a alguien que nos dañó en el pasado. Cuando no somos conscientes de que nuestra reacción tiene que ver con un estímulo del entorno que nos ha recordado al suceso traumático, experimentaremos nuestras emociones y sensaciones como algo incomprensible e irracional.
Los pacientes con TEPT realizan verdaderos esfuerzos por evitar estos recuerdos angustiosos y las sensaciones o emociones asociadas. Así, con el objetivo de no recordar, puede mantenerse constantemente ocupado, comer de forma compulsiva, realizar conductas temerarias, abusar de sustancias o autolesionarse. Aproximadamente entre un tercio y la mitad de las personas gravemente traumatizadas desarrollan problemas con el abuso de sustancias. Sin embargo, estos intentos de solución no sólo no mejoran la sintomatología, sino que contribuyen a agravarla.
Además de evitar eventos internos (pensamientos, emociones y sensaciones), la persona traumatizada evita factores externos (personas, lugares, actividades y conversaciones) que despiertan esos recuerdos. En este esfuerzo por evitar , la persona limita las actividades que realiza, aislándose cada vez más.
Otro síntoma del TEPT son las alteraciones negativas cognitivas y del estado de ánimo. La experiencia traumática rompe los esquemas de las personas, cambiando la visión que tiene de ella misma, de los demás o del mundo. Por consiguiente, se generan creencias negativas tales como: «el mundo es un lugar peligroso», «no puedo confiar en nadie», «no merezco nada bueno», «estoy dañado para siempre», etc. También es habitual que se perciba de forma distorsionada la causa del suceso. Así pues, pueden culparse a sí mismos de lo ocurrido, en lugar de a su agresor.
La persona con TEPT presenta una alteración importante de la alerta y la reactividad. La parte del cerebro responsable de detectar el peligro (la amígdala) está hiperactivada en las personas traumatizadas, por lo que están constantemente en alerta, examinando el entorno en busca de peligro. Ante determinados estímulos, como el sonido de un timbre o un portazo, la persona puede presentar una respuesta de sobresalto exagerada. Es común que experimente arrebatos de furia o irritabilidad con poca o ninguna provocación.
Gracias a las técnicas de neuroimagen se ha podido observar cómo las personas que han sufrido un trauma tienen ondas cerebrales excesivamente lentas en los lóbulos frontales. Esto explica los problemas de concentración que suelen padecer. También es habitual que el sueño esté alterado (pesadillas frecuentes, insomnio, etc.)
Finalmente cabe destacar que muchas personas que han desarrollado un trauma son expertos en no sentir, dado que fue la forma en que sobrevivieron el trauma. La disociación es un mecanismo de defensa mediante el cual la persona se desconecta de sus sentimientos y emociones, limitando así el dolor y la angustia. Aunque es una respuesta adaptativa frente al trauma, cuando se mantiene en el tiempo, puede acarrear muchos problemas. Existen dos tipos de síntomas disociativos:
En el Instituto de Psicología Morgenstern disponemos de distintos tratamientos avalados empíricamente que permiten tratar el TEPT. Cabe destacar que los recuerdos no pueden ser borrados. No podemos deshacer lo que nos sucedió. El objetivo de la intervención es que los recuerdos traumáticos queden integrados en la memoria de forma adaptativa, de modo que los recuerdos del pasado no sigan causando dolor y sufrimiento en el momento presente.
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