El Trastorno Obsesivo-Compulsivo, abreviado como TOC, se caracteriza por la presencia de obsesiones (pensamientos, impulsos o imágenes recurrentes que se experimentan como intrusivas y no deseadas) que provocan un malestar intenso. La persona se esfuerza por evitar o ignorar ciertos pensamientos, pero paradójicamente cuanto más intenta evitarlos, con mayor frecuencia aparecen.
La ansiedad producida por las obsesiones es tan intensa que, con el fin de aliviarla, realiza determinadas conductas llamadas compulsiones. Así, por ejemplo, enciende y apaga repetidamente el interruptor de la luz hasta sentirse mejor o comprueba varias veces haber cerrado correctamente la puerta de casa. En ocasiones se realizan las compulsiones con la finalidad de evitar eventos temidos (ej. disponer los objetos de una forma determinada para evitar la muerte o daño de un ser querido). Las compulsiones pueden darse también en forma de actos mentales, tales como: repetir palabras mentalmente, contar, rezar, etc.
Es preciso señalar que las compulsiones únicamente alivian la ansiedad de forma temporal y que a largo plazo generan un mayor sufrimiento y deterioro funcional. Las compulsiones no están conectadas de forma realista con el evento temido. Se trata de un pensamiento mágico. Es decir, la persona con TOC cree que puede prevenir daños o controlar la realidad con determinadas conductas. Todos podemos mantener un pensamiento mágico en un momento dado (p.ej. formular un deseo mientras se soplan las velas del pastel, pensando que así se cumplirá). Sin embargo, los pacientes con TOC viven atrapados en este tipo de pensamiento, organizando su vida en torno a este. En otras ocasiones, existe una relación causa-efecto con la compulsión, pero las consecuencias temidas son desproporcionadas. Así por ejemplo, se puede mantener la creencia de que «si no me lavo cinco veces las manos tras tocar el pomo de la puerta, enfermaré y moriré a causa de los gérmenes».
Existen tantas compulsiones como personas, poseyendo estas un carácter idiosincrático.
Son muy frecuentes las fobias al impulso, esto es, el miedo a seguir el impulso de dañarse a sí mismo u otros. Las fobias al impulso suelen ser un fenómeno muy común en mujeres que acaban de dar a luz en las que pueden aparecer pensamientos intrusivos en los que dañan a su bebé. A otros, les invade una sensación angustiosa de que se puedan tirar por una ventana o a las vías del tren, de poder coger un cuchillo y agredir a alguien, etc.
Cabe destacar que estos impulsos no tienen ninguna relación con la voluntad real de quién los sufre y no existe peligro de que se lleven a cabo. Precisamente por ser tan contrarios a su forma de ser y a sus valores, estos impulsos y pensamientos generan un alto nivel de sufrimiento. Las obsesiones y compulsiones consumen mucho tiempo, interfiriendo en la vida de quienes lo padecen.
El trastorno obsesivo-compulsivo puede mejorar mucho con el tratamiento psicológico adecuado. En el Instituto de Psicología Morgenstern te proporcionamos un acompañamiento individual y te facilitamos estrategias para aprender a manejar tanto las obsesiones como las compulsiones.